Nuevo sitio

Gracias por su interés en la Galería 1887

pronto podrá visitarnos en www.87.cultura.cr

por el momento le invitamos a conocer www.dircultura.cr

Hasta Pronto

Esculturas

Manuel Angel Gonzáles



Prolífico escultor de la zona de Miramar, Puntarenas. Con una vasta obra fruto de toda una vida de trabajo marcada por un amor a la naturaleza, un respeto por las cualidades y las características del material de trabajo y una honestidad admirable en el tratamiento de las temáticas.

La exposición que reúne 11 de sus piezas en la galería 1887, es un pequeño reflejo de la inmensa producción artística de este escultor autodidacta, todas tallas directas en maderas de la zona de Miramar y que reúnen varias características de su obra: la animalistica, el trabajador de la tierra y la monumentalidad en el retrato.

Uno de los diálogos más significativos que logra desprender la escultura de su propia naturaleza artística, es cuando la pieza habla por ella misma, por su origen y por el de quien la realiza. En la obra de Manuel Ángel Gonzáles esos tres factores se conjugan con una fuerza y sencillez demoledoras. Cada una de sus esculturas, no solamente es su voz como artista dotado de una sensibilidad sorprendente para dialogar con la madera y sus formas, sino también es la misma voz de la naturaleza, de su casa y su propia historia en Miramar de Puntarenas.

Sus temáticas respiran el mismo aire del escultor, ven con sus ojos y están marcadas por sus vivencias a fuerza de trazos gruesos y expresivos que simplifican las formas y volúmenes. Son un canto al trabajo, a la belleza de la naturaleza; a la misma fuerza que le da vida al ser humano, a la madera o al arte; y a la memoria que marca con surcos profundos de cincel la madera, la vida de don Manuel Ángel y de los que disfrutamos y admiramos su obra.


Curaduría: Esteban Piedra León


Mundo Acuático

Andrés Alcalá


Entre las metas que se impone la Dirección de Cultura, encontramos el interés por promover y facilitar la producción artística nacional. En este sentido, una de las labores de la Galería 1887 radica en la posibilidad de detectar y apoyar la producción y la exposición de artistas que se hallan fuera de la capital. De esta manera este martes 7 de julio se inaugura la exposición del pintor Andrés Alcalá Mundo acuático.


Alcalá, pintor de origen madrileño, habita las costas del Caribe costarricense desde 1996. Antes de su llegada a Costa Rica, trabajó como director de arte en varios países latinoamericanos (Colombia, Venezuela y Puerto Rico) y principalmente en España. Sin embargo, en el curso de su viaje, su profesión cambió y hoy se dedica a manejar su hotel en Cahuita. Allí es donde ha producido la obra pictórica que se expondrá en la Galería 1887.

Rostros alegres, naturaleza, color, luz, intensidad, son algunas de las características que muestran sus pinturas. Cahuita y su gente son la fuente de inspiración. Según el mismo artista, su pintura se ha visto influenciada por el impresionismo europeo de finales del siglo XIX. Los impresionistas pretendían ir a los exteriores y pintar desde ellos y a ellos. Dejar de lado la idealidad de las formas, de todo aquello que no mostraba la vitalidad de la naturaleza, del juego, de la “realidad”, de lo que siempre está en movimiento. Así la pintura de los impresionistas vibra: es luz. La de Alcalá podríamos decir, es acuática. Y no podría no serlo si lo que retrata es el Caribe, es su humedad, son sus particularidades. Es la luz penetrando en la naturaleza y permitiéndonos ver eso que vemos: el color.

Curaduría: Rocío Zamora Sauma

Retrato de sí: Complexiones

Mariela Montoya

Motivar y formalizar la obra de artistas emergentes en el país, es uno de los objetivos de la Galería 1887, ubicada en las instalaciones del Ministerio de Cultura y Juventud (Cenac). Este martes 2 de junio se inaugurará a partir de las 18h la exposición intitulada “Complexión” de la artista plástica Mariela Montoya. Actualmente, Mariela cursa estudios de arte en la Escuela de Artes Visuales y Enseñanza de las Artes Plásticas en la Escuela de Educación, ambas en la Universidad de Costa Rica. Asimismo trabaja en la sección dedicada al arte en el proyecto de Canal 15, Música por inclusión.

Su obra, más que ser una búsqueda privada sobre sí misma, intenta ser la exploración de un sistema de redes sociales, en donde la creación de objetos lleva a quienes los crean, a ámbitos que ellos mismos no imaginaron. Las imágenes expuestas se expresan a partir de una experiencia de vida que se circunscribe dentro de una problemática más basta. Por un lado, dichas imágenes, se configuran desde una estética posmoderna anclada en la literalidad de lo maquínico. Nuestras sociedades se fundan como totalidades fragmentarias en donde cada una de estas partes debe ser funcional, producir-se en cuanto pieza útil. Por otro lado, encontramos el motivo de la muñeca como máquina social que conecta una pluralidad de experiencias. Ésta es uno de los medios primigenios a través de los cuales nos reconocemos en el mundo y lo construimos. Es una máquina que se conecta con otras y muestra la fragmentación y el sentimiento de ubicuidad del individuo en el mundo. Muchos son los discursos que parten de esta imagen y que parecen haber inspirado la exposición: la intervención de lo médico dentro de los discursos sociales; la mirada al organismo desde la fragmentación de las partes que lo componen y; la naturalización del cuerpo.

Finalmente el tema del retrato que figura como propuesta inicial de su obra, se traduce curiosamente por el retrato de un objeto y no de cualquier objeto, sino de la muñeca, que termina siendo, una especie de feto que se mira dentro de un espacio de seguridad mortuoria, el vacío, lo negro, hasta recordarnos la forma en la cual se mira el cuerpo en nuestras culturas. Lo corpóreo deviene la posesión de un individuo inexistente: un conjunto de partes que deben ser tratadas a partir de una cierta idea ya preconcebida de lo humano (del ser mujer y del ser hombre).

Curaduría: Rocío Zamora Sauma

4-23 (autorretratos)

Angie Montiel



Parte de la propuesta de la Dirección General de Cultura para la Galería 1887, es acompañar el primer proyecto expositivo de jóvenes que aún se encuentran en el contexto de la Academia. Una de estas experiencias es la expo “4-23” (Autorretratos) de Angie Montiel de apenas 23 años, quien cursa actualmente estudios en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica. 

4-23” es una especie de código que no es otro que el paso de los años entre los 4 a los 23, edades límites representadas a través de objetos y productos artísticos realizados en el rango propuesto. Angie Montiel en su autorretrato elige “el zapato” como leit motiv de su propuesta y que crea una suerte de tautología con la noción de recorrido que es introducida por la artista.  

Angie aprovecha todo el material conservado por su madre, -y que fue parte de su infancia- forzar la idea del autorretrato a partir de elementos que son indisolubles en su vida. De a poco, pasa de la imagen familiar y el trabajo más artesanal en términos pictóricos a la vinculación de un yo adulto que se identifica no sólo en la inclusión de elementos (fotografías de sus amigos e imágenes de sus zapatos) de su vida contemporánea académica como la solución aséptica de la fotografía. 

Se traduce en el trabajo de Angie Montiel una vuelta al origen en su manera de reconstruir el mundo, pero a pesar de usar elementos de la infancia, la obra va de lo poético (resuelto incluso en el uso de lo textual en piezas como “6”) a la dualidad entre lo siniestro y lo hermoso en las piezas donde mutila sus propios recuerdos de la infancia (su vestido y su zapato) y los integra a un discurso donde la fragmentación es el más grande de los aportes. La idea de un sujeto cuya identidad está diluida en los fragmentos. 

La artista trabaja con una rentable economía de recursos pero sus obras están llenas del aura de los objetos que usa; cargados no sólo de valor simbólico sino también que reproducen cierto gesto chamánico en su capacidad de idolatría. El zapato como religión, como huella personal, como destino.

Curaduría: Clara Astiasarán

Refracción identitaria:

lo que oculta la mirada


Yorjanny Trejos 




Del 14 al 30 de abril 2009 se expone en la Galería 1887 la obra del artista de Ciudad Cortés, Yorjanny Trejos, la cual estará acompañada de las fotografías de Ronald Reyes


En medio de la carretera Interamericana sur, uno de los pueblos indígenas costarricenses, celebra todos los años la “Fiesta de los diablitos”.  Dicha fiesta es retomada por el pintor Trejos con el objetivo de retratar las tradiciones de la comunidad de Rey Curré.  En ella, los diablitos luchan con el toro, representante del colonialismo, la conquista y los sucesivos intentos de aculturación y homogeneidad cultural. La Fiesta evidencia plásticamente, a través de sus máscaras y de sus objetos de arte,  las tantas luchas que han tenido que dar los indígenas en Costa Rica para que no sean veladas sus tradiciones. 


Culturalmente nos es imposible llegar a comportar una identidad. A lo sumo podríamos llegar a forjar lazos fuertes que mantengan en su devenir elementos de síntesis que logren sobrevivir o amarrar elementos siempre cambiantes. Sin embargo, una cultura siempre debe cambiar y justamente esta es su riqueza. No obstante el cambio puede llegar a degenerar en elementos poco positivos para una cultura, y este es el cambio que relata Don Cristino Lázaro y su esposa Doña Cruz Ortiz Ribera. Después de los años sesenta, nuestros dos testigos debieron trasladarse a otro sitio y al regresar lo que encontraron era una comunidad sumamente desvastada. “La Fiesta de los diablitos” es hoy día un lazo de unión que permite pensar la posibilidad de reconstruir una red entre tradiciones. Así, cada año, los diablitos alistan sus máscaras para poder “jugarlas” en la fiesta que tiene su apogeo con la muerte del toro, figura simbólica de los españoles (y de nosotros, “los costarricenses”). La “Fiesta de los diablitos” es una cuestión sumamente importante ya que refracta nuevas imágenes que se configuran como denuncia a ciertos procesos de exclusión que se han generado en el país, así como la posibilidad de cambiarlos. El aire idílico de la pintura de Jorhanny muestra la esperanza por lograr una autonomía cultural, pero siempre a sabiendas de que el pasado es irreversible. 


El mismo titulo con que ha sido nombrada la exposición supone justamente la pluralidad de imágenes que constituyen una Nación y de cómo al mirar, ocultamos muchas de esas imágenes que refracta el espejo. 


Curaduría: Rocío Zamora Sauma


PAUTAS DE COLOR


"el vidrio nos invita a ver y a observar a través de el"

Natalia Phillips



Tanto en sus instalaciones como ensambles, Natalia Phillips ha encontrado en el vidrio el material idóneo para explorar sus inquietudes artísticas más recurrentes, relacionadas con la trama de lo textil, el valor constructivo de la arquitectura y las cualidades del color en la pintura abstracta. En cada una de sus piezas, la artista enfrenta al espectador con una serie de impulsos cromáticos que construyen un discurso centrado justamente en los mismos valores simbólicos y expresivos del color. En este sentido podemos decir que Natalia es colorista. Como si se tratara de un tejido, la artista entrelaza una serie de experiencias e impulsos cromáticos que a la acción de la luz cobran una poderosa fuerza evocadora. 


Esta forma de trabajo la ha llevado paulatinamente a abandonar las nociones utilitarias que comúnmente se asocian con el vidrio, para tratarlo más desde una perspectiva conceptual que se justifica principalmente en esa experiencia sensorial del espectador con las misma cualidades del material. En este camino, Natalia trabaja bajo los mismos postulados del artista matérico, que concentra el mensaje de la obra en la fuerza del material, su textura, opalescencia o traslucidez; y en los posibles diálogos que este establece con otros materiales u entornos.


Esta exposición en la Galería 1887, es un claro ejemplo del estado de la obra de esta artista; mezcla de un espíritu investigativo incansable y una pasión por la técnica que resultan en una madurez artística notable.


Curaduría: Esteban Piedra León